¿Por qué "Lecturas Peregrinas"? Porque en este blog se escribe sobre las lecturas que llevan,
o bien a otro texto,
o a alguna música,
a alguna pintura...
que despiertan las ganas de investigar más...
"El desorden que dejas"
de Carlos Montero
Editorial: ESPASA, 2016
Premio Primavera de Novela 2016.
Nos encontramos en
Galicia, España, en el tiempo actual. Raquel Valero, profesora de literatura,
residente en La Coruña, obtiene una suplencia en el mismo poblado en que creció
su esposo: Novariz, en Orense. A poco de
llegar se entera que su predecesora se ha suicidado y además, con horror, la
misma Raquel recibe un anónimo:
«Y tú, ¿cuánto vas a tardar en matarte?»
A partir de ahí, el
autor Carlos Montero escribe una novela de intriga, de terror, con un continuo suspenso que hace
contener la respiración al lector. El acoso a Raquel la lleva a investigar y a
encararse de forma escalofriante a una delincuencia que le parece estar en
todos lados: ¿En sus compañeros? ¿En sus alumnos? ¿En su familia? ¿O en ninguno
de ellos?
Sin embargo este
escabroso y apasionante texto contiene también cosas fundamentales de la vida, como por
ejemplo:
“Con Nanuk cachorro […] recuperé el valor de lo esencial. […] para él todo era jugar, comer, pasear. No había más, y con eso era suficiente. Sentir cómo disfrutaba de cada descubrimiento, de cada caricia, hizo que me replanteara mis prioridades. […] a veces necesitas que alguien o algo, incluso un perro, te enseñe a dejar de lado todas las ansiedades, todas las búsquedas inútiles, todo ese barullo de metas, logros, fracasos y demás histerias en las que estamos instalados, para volver a lo esencial, a disfrutar del sol, del juego, del cariño, de la vida.”
El relato de estas
vivencias con la narración de Raquel en primera persona, hace la trama más
humana, más creíble, logrando que sus miedos y sus actos corran (y escalden)
por nuestro interior. Sucede lo mismo cuando los personajes siniestros de esta
historia cuentan su parte.
Otros ingredientes del
libro son: el uso y los efectos de las drogas; disquisiciones psico-filosóficas
sobre el suicidio, sobre el sexo, sobre la traición y la muerte; la importancia
de las redes sociales y el peligro que implica su mala utilización, como sucede
con cualquier herramienta en malas manos. Y, quizás, el ingrediente vital sea
la literatura, que, por varias razones llega al tuétano de la confabulación
presente en la novela.
“La literatura ayuda a pensar, a imaginar lo imposible, a creer que se puede. […] ayuda a comprenderos, a empatizar”
Libro muy recomendable,
para no parar de leerlo hasta el final…
Hasta aquí la reseña, pero
ahora vamos hacia la idea de este blog: ¿Hacia qué otras expresiones artísticas "peregrina" esta novela? Principalmente, hacia dos películas y hacia un
libro.
Las películas
“…al menos es tiempo suficiente para hacer crecer en ellos el amor por la literatura, por los libros. […], que ya me veo como el profe del Club de los Poetas Muertos, y tampoco es eso.”
Esta película, El club de los poetas muertos muestra a un profesor de literatura que anima a sus alumnos a crear poesía libremente, olvidando los esquemas y las estructuras limitantes. Los
jóvenes siguen el consejo y comienzan a reunirse para escribir, escondidos en
una cueva donde la sociedad no puede llegar con demarcaciones que sofocan. Pero
no es sencillo, los tentáculos sociales parecen llegar a todas partes. Tanto en
el libro El desorden que dejas como en esta película, dos elementos
descuellan: un suicidio que cambia el sendero de las vidas involucradas y la
literatura que todo lo impregna.
“Ya ha venido un sicólogo a hablar con ellos, les hemos puesto la peli esa del Profesor Lazhar...”
Nominada en 2011 al
Oscar como mejor película de habla no inglesa y con reconocimientos en festivales
como Locarno, Seminci, Rotterdam y Toronto, retrata a un profesor de literatura,
refugiado argelino en Montreal (Canadá) que reemplaza a la docente anterior que
se ha suicidado. Ésta no es la única relación directa con El desorden que
dejas, sino que tanto el profesor Lazhar como Raquel, arrastran momentos de
dolor por pérdidas familiares y además, mediante sus clases, ambos intentan
mejorar intelectual y emocionalmente a los alumnos. Lazhar, hace hincapié en la
necesidad de conocer el significado real de las palabras y las frases,
como un modo de perfeccionar la comunicación. Raquel, tratando de acercar
lecturas que expandan el pensamiento de los jóvenes. Los dos tienen como meta
ayudarlos a explorar la riqueza de los textos y a redactar, a fluir, con sus propias
palabras y escritos.
Carlos Montero escribe
varias veces que:
“Todos los horrores posibles que eres capaz de imaginar, alguien ya los cometió”,
citando a Charles Dickens
de su libro Tiempos difíciles. Aquí podemos ‘peregrinar’ hacia las épocas en
que fueron escritas ambas novelas. La de Dickens, durante la Segunda Revolución
Industrial; la de Montero en pleno auge de las redes sociales y su Revolución
de las Comunicaciones. Estas dos etapas de tiempo determinan fortísimos
cambios sociales. Tiempos difíciles levanta su voz contra los abusos laborales
y económicos de la burguesía hacia sus empleados que soportan una vida
miserable, de hacinamiento y pérdida de intimidad. El desorden que dejas,
muestra los peligros que las nuevas tecnologías representan: una foto oculta
puede circular en segundos por miles de pantallas anónimas; una filmación, un
archivo guardado subrepticiamente, pueden sacar a la luz y condenar acciones ‘non
santas’, la privacidad está zozobrando. Cabe destacar que ‘los horrores
posibles’ que menciona Dickens, son la columna vertebral de la novela de
Montero.
Por último, en El
desorden que dejas se alude a Lisbeth Salander, una hacker de primer nivel, enfática protagonista
de Millennium, la conocida saga, (como libro y como película), en clara relación
con el uso de la tecnología. Otra autora que cita Montero es Emilia Pardo Bazán
y sus Pazos de Ulloa, donde señala el gran cambio de la sociedad en el tiempo y,
por el contrario, la permanencia de los bajos instintos humanos, que enmarañan,
confunden, entorpecen, las relaciones humanas. También a Céline en su Viaje alfin de la noche y a Muñoz
Molina en Sefarad.
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